40 años es lo que ha esperado la afición del Atlético de Madrid la llegada de un día así: una final de la Liga de Campeones. Casi medio siglo de victorias, pero con más de 25 años de sinsabores, apropiaciones indebidas, descensos y vergüenza de unos dirigentes a los que la única afición que les importa es la que tienen a no poner dinero en un club que legítimamente NO es suyo.
Tal día como hoy, hace ya 14 años, el equipo rojiblanco descendía a Segunda División tras su encuentro en el Carlos Tartiere en Oviedo. Nadie que vivió aquello lo olvida, pero las colas existentes en el Manzanares para hacerse con una entrada que les permita disfrutar de la segunda final de Copa de Europa en el seno rojiblanco, nos hacen percatarnos que cualquier tiempo pasado fue… peor. Pero, eso sí, para poder llegar a eso, los aficionados rojiblancos están pasando por una serie de penurias más propias de beliebers esperando a un pseudocantante en el Palacio de los Deportes, que de socios veteranos de un club de fútbol de la grandeza que se le debe presuponer al Atlético.
Los medios de comunicación, lejos de ahondar en el problema que se está produciendo en la calzada de la Calle de los Melancólicos y Virgen del Puerto, se conforman con grabar 30 segundos a una kilométrica masa de gente que parece estar haciendo espera para un buen plato de cocido en una fría noche newyorkina que para comprar una entrada que va desde los 70 -ya no quedan- a los 390 euros. Eso, y grabar a los cuatro gatos con los que pertinentemente han hablado antes para que digan que por el Atleti se hace lo que sea. Faltaría más. Qué menos que estar 15 horas en la calle esperando. Si es la mejor afición del mundo que se note, ¿verdad? Así son las cosas.
Pero esto va más allá. Horas interminables de espera, crispación y cansancio son los tres adjetivos que podrían definir lo que está viviendo la parroquia colchonera para poder disfrutar de un sueño que les ha costado mucho. Y cuando digo mucho me refiero a pagar religiosamente un abono estando en Primera o en Segunda División. Ir cada domingo al estadio o llegar a trabajar cansado por haber estado viendo un jueves en el Manzanares al Gloria Vistrita o al Guimaraes. Una gente incondicional que, incondicionalmente, aguardó tirada en la acera porque «sus» dirigentes así lo quisieron.
R.G.R., socio comprendido entre los números 2.000 y 4.000 que lleva 26 años siendo fiel a los colores rojos y blancos, afirma que llegó «a las 5 de la mañana y hasta las 3 de la tarde no tuve la entrada en la mano«. Algo que, bajo su criterio, podría haberse evitado si, por ejemplo, «se hubieran abierto todas las taquillas». Ya que considera «dramático» tener 10 y «sólo abrir cuatro«. «Sólo la forma de reparto ha sido perfecto».
Con su entrada para Lisboa ya en la mano, y con la sensación de estar haciendo historia, R.G.R. no se olvida de lo importante: «Los dirigentes del Atlético nunca miran por sus aficionados. Nunca lo han hecho. Miran únicamente por sus intereses, ni siquiera por los del club«.
Así estaba el nivel en el Calderón. Aficionados recorriendo 13 puertas del Estadio en cuatro horas. Sí. ¡CUATRO HORAS! Si se hubiesen propuesto hacer las cosas mal, les hubiera salido mejor que así. Pero, ¿qué es lo único que interesa? Vender que la afición rojiblanca se vuelve loca por la final y es capaz de esperar dando la vuelta al campo, haciendo turnos para las necesidades más primarias y generando que los socios más veteranos, por no decir ancianos, de la entidad, pierdan tiempo y salud.
Otro aficionado del atlético, J.R., declara «sentir vergüenza» por lo que está viviendo. A las 12 de la mañana del día 7 de mayo está haciendo cola para las entradas que se pondrán a la venta el 8. 24 horas de espera para poder ver cumplido un sueño.
J.R. considera que es «una absoluta vergüenza cómo lo están organizando». Como durante la larga cola y las infinitas horas da tiempo para entablar conversación, le comentan que durante el día de ayer «el socio número 55 se pasó todo el día haciendo cola a pleno sol«. Un disparate. Imagínense lo que debe hacer el socio 20.000 para tratar de conseguir una. De locos.
Un socio, José Antonio Vallés, cuenta su situación personal en en el blog Somos Atleti. Una muestra más. Un ejemplo más, y sólo son tres, de lo que los aficionados rojiblancos están viviendo y les queda por vivir para obtener el premio que tanto tiempo han estado persiguiendo.
Llegará el día de la final, se colgará el cartel de no hay entradas y el Atlético saltará a Da Luz a intentar culminar la mejor temporada de su historia como club de fútbol. Pero lo que queda claro es que ningún medio de comunicación denunciará por lo que esos aficionados que se dejarán la garganta en Lisboa tuvieron que pasar para poder estar allí. Facilidades las justas. Y mientras, Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil Marín cumplen un día más en un cargo que no les pertenece por ley. Ni en las buenas hay que olvidarse de eso.
Vergüenza en el Vicente Calderón.
– Imagen de cabecera: Club Atlético de Madrid / Arturo Sáiz