Estamos en semana de final. Semana de pensar en cómo celebrar un título de Liga en la casa del conjunto que tratará de arrebatártela. Semanas de conjeturas y nervios. Semana de estrés y de vistas al pasado. «Ya lo consiguió otras veces», se dicen unos a otros para apaciguar un corazón que late a mil por hora. Quedan días para un todo o nada. Para culminar una carrera de fondo con 38 paradas que empezó allá por agosto. El destino lo ha querido, y en los genes del Atlético de Madrid está impregnado que el ganar no puede ser fácil, que con sufrimiento todo sabe mejor. Pues allá vamos.
Y allá vamos porque este equipo debe ganar. Y debe hacerlo para dedicárselo a muchas personas. Y cuando digo muchas, es muchas. Y cuando digo muchas, no me refiero precisamente sólo a los atléticos que viven anestesiados desde hace más de un año.
Hay que ganar para dedicárselo a ellos. A los que llevan nueve meses hablando del Atlético como si fuese una moda pasajera que se acabaría extinguiendo por su propio peso. A esos que llevan malmetiendo mientras los aficionados rojiblancos sueñan despiertos con que ya se caerá de la nube donde descansa. Que el Atleti se pegará «la hostia» que muchos han deseado y siguen deseando pero que ninguno ha presenciado ni presenciará. A los que vivían pegados a una calculadora para ver cuántos partidos podían perder los del Manzanares para que el Real Madrid fuese campeón. Porque los blancos iban a ganarlo absolutamente todo y los rojiblancos caerían ante ese ritmo infernal por falta de costumbre.
Hay que ganar para dedicárselo a ellos. Esos periodistas que llevan todo el año bombardeando a Diego Pablo Simeone para poder sacarle un titular que no ha podido encabezar sus crónicas. A los que han jugado con el Atleti como han querido. A los que titulaban sus tapas con «El Madrid a por el triplete» estando el Atlético por medio en dos de esos títulos. A los que sistemáticamente venden a nuestros mejores jugadores. Porque Diego Costa el año que viene tiene un problema: jugar en el Chelsea y el Manchester United a la vez. Koke tiene otro: jugar en el Manchester United y en el Barcelona a la vez. Arda Turan tiene un problema: jugar en Turquía y en la Premier a la vez. Filipe Luis tiene un problema: Jugar en Barcelona y Londres a la vez. Miranda tiene un problema: jugar en el Camp Nou y Old Traffod a la vez. Courtois tiene un problemón: jugar en el Chelsea, en el Real Madrid y en el Barcelona a la vez.
Hay que ganar para dedicárselo a ellos. A los que se ven ya en Canaletas celebrando el título. A los que confirman, cinco días antes de jugarse el partido, que Víctor Valdés no estará en la celebración del título (Alfredo Martínez dixit). A los que enjuician y enmierdan al Atlético por no jugar como se supone que hay que hacerlo. Por no dar trece millones de toques antes de mirar a portería. Por tirar desde fuera del área a trallazo. Por hacer su trabajo entrenando las jugadas a balón parado para sacar rédito de ellas cuando más lo necesita. A los que critican al Atlético por mostrar garra y lucha para vencer el mundo bipartidista que todo el mundo detesta pero que nadie desea cambiar por intereses económicos. A los que detestan que Simeone piense en ganar por encima de todo y de todos.
Hay que ganar para dedicárselo a ellos. Sobre todo a ellos. Porque está muy bien querer tapar la boca de los que se han jactado de ir a favor «del equipo del pueblo» pero que han tratado de torpedear, sistemáticamente, a un equipo que ha luchado como un pequeño para tratar de ser grande. Pero por quien de verdad hay que ganar es por otra gente. Por todos los que han aguantado desdichas, decepciones y derrotas dolorosas durante todos estos años. Los que han tragado saliva, haciendo de tripas corazón, y se han enfundado la rojiblanca tras cada varapalo -y han sido muchos-. Por esos que han visto como se hundía el barco y lejos de saltar de él han tratado de sacarlo a flote con su aliento incondicional.
Y hay que ganar para dedicárselo a ellos. A los que ya no están. A los que se fueron y no pudieron disfrutar junto a nosotros de una temporada para la historia. A esos que, desde el tercer anfiteatro del Vicente Calderón, observan como le está yendo al equipo. A esos que junto a Luis Aragonés entonan el «ganar, ganar y ganar» que retumba por el Paseo de los Melancólicos.
Hay que ganar para dedicárselo a mi abuelo, a Alba, a Helena. A todos esos nombres que a cada uno, de forma personal, nos vienen a la cabeza. Con el aliento de todos ellos, debemos tratar de conseguir lo que nunca hemos logrado. Y si no lo logramos, sólo quedará dar las gracias a un grupo humano de futbolistas que se han dejado el alma por la camiseta que amamos. Y eso, señoras y señores, es el título más grande que podemos tener.
Todo esto, a pesar de Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo. Cuidado.
– Fotografía de cabecera: Tania Delgado (Esto Es Atleti)
Reblogueó esto en Ocurrencias y referenciasy comentado:
Gracias por escribir lo que yo siento con esa pasión que nos une.
Una reflexión mafnífica sobre lo que cuesta llegar al final y lo difícil que es no desesperar en los momentos criticos. Ahora tenemos que estar todos juntos y gritar bien alto que «el pupismo» es un invento maligno que no ha conseguido hundir este club, pero sí ha impregnado a una gran parte de su afición de un conformismo que nos ha hecho mucho daño y que estos días reaparece ante la situación más importante en la que el Aleti se ha encontrado en sus 111 años de historia.