Courtois, donde nadie llega

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Cuando el aficionado rival se levanta de su asiento, celebrando con antelación lo que está por venir. Lo que parece inevitable. Cuando un balón vuela hacia terreno peligroso, esperando la cabeza amiga que le empuje con fuerza hacia su lugar natural, la red. Cuando un golpeo preciosista y bello avanza con una rosa inverosímil allá donde descansan las arañas. Cuando todo parece perdido, ahí está él, donde nadie llega.

Así es un belga espigado que tarda lo mismo en levantar su impetuoso cuerpo para soltar un latigazo en forma de manopla en la escuadra de su portería, que se agacha a por una canica que se le ha caído. Un jugador que pasará a la historia, pese a su juventud, por ser uno de los mejores porteros del Atlético de Madrid. Y no es moco de pavo. Más, si tenemos en cuenta que ni tan siquiera es propiedad rojiblanca, pues pertenece al Chelsea.

Ahí, quizás, radica parte de la grandeza de un portero que siente al club del Manzanares como si fuese propio: «Está claro que estoy muy unido al Atlético, un equipo al que le he cogido muchísimo cariño, mientras que con el Chelsea no tengo ningún vínculo emocional». 

Este chico, el de «¿qué pasa tronco?», ha cautivado el corazón de todos los aficionados del Atleti parada tras parada, celebración tras celebración, título a título. Pero sobre todo con una simpatía impropia de un jugador extranjero, en un país tan alejado del suyo, y con una hinchada a la que, con contrato en mano, no pertenece.

Las dudas que cayeron sobre él en la primera temporada han caído en saco roto. De exhibición en exhibición ha ido aumentando su -corta- leyenda debajo de una portería. La parada a Mesut Özil en el Santiago Bernabéu, que bien pudo valer una Copa del Rey. Los reflejos ante Jhon Terry en «su casa», para que el Atlético llegase a una Final de Copa de Europa 40 años después. El recital que dio en el Camp Nou en esa misma competición para que los rojiblancos llegasen vivos a la vuelta. Sus manoplas antológicas en Mestalla o su inverosímil detención a un cabezazo de Aduriz vía escuadra. Esas son, a golpe de memoria rápida, las primeras secuencias de ‘Tibu’ que me vienen a la cabeza. Hay más, créanme que sí.

Aún no sabemos dónde jugará la próxima temporada. Pero lo que si tenemos claro es que, sea donde sea, estará en nuestro corazón. Y ojalá que sea un año más en la Ribera del Manzanares. Nadie te querrá como te queremos. Esta SÍ es tu casa. GRACIAS TRONCO.

 

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