El escudo no se vende

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Viendo que el «no consuman» se aplaude mucho pero se lleva a la práctica poco. Viendo que el clima de «harakiri» social de la afición atlética puede con el disfrute y el gozo de ser los vigentes campeones de Liga. Y viendo que el Mundial de Brasil aún no ha empezado (nunca he ansiado tanto que empiece una cita así), toca hablar de lo que importa y vende.

Ha llegado hasta mis oídos -y miren que trato de evitarlo-, que Diego Costa se va al Chelsea. Que Filipe Luis se va al Chelsea. Que Koke firmará por el Barcelona. Que Miranda hará lo propio en el Camp Nou. Que Godín interesa al Manchester City. Que Arda Turan tiene varias novias. Que Mourinho tiene casa en el Paseo de los Melancólicos y que el equipo blue incorporará el oso y el madroño a su escudo. Ni quiero ni estoy en situación de juzgar la información de mis compañeros de profesión acerca de las salidas en forma de desbandada que puede haber desde el seno rojiblanco o de los cantos de sirenas que los campeones de Liga quieren escuchar desde todas las partes del mundo. Pero como dije, rellenar espacios en tiempo sin fútbol se antoja más fácil lanzando la caña al río a ver si se pesca algo. Y a veces incluso lo pescan, claro.

Si es verdad que Diego Costa ha rechazado una oferta de renovación con su correspondiente aumento de salario por parte del Atlético de Madrid, me parecerá perfecto. Si prefiere traicionar a un entrenador que le dio la confianza necesaria cuando estaba fuera del equipo y que le ha transformado en uno de los mejores delanteros del mundo, está en su derecho. Si lo que quiere es jugar de local en el estadio en el que hace un mes se llevaba el dedo a la boca, mandándoles callar, es totalmente lícito. Si quiere cambiar una hinchada que le ama por una rica y silenciosa, allá él.

Si Filipe Luis quiere hacer lo propio y decide marcharse junto a Diego tras haber declarado que «en otros equipos cobraría más pero no sería tan feliz como en el Atleti», puede hacerlo. Cada cual es libre sobre si prefiere la felicidad personal o económica. Desde aquí no mataremos a nadie decidan lo que decidan.

Y no les mataremos porque desde hace tiempo hemos aprendido que las palabras de cariño no valen absolutamente nada. Que los besos en el escudo son efímeros porque sabes que en algún momento estarán besando a otros. Les miras y les quieres, pero en el fondo de tu corazón no te ves en el futuro con ellos. Y ellos es probable que no lo vean contigo. Pero sobre todo no les podemos matar, porque si se dan cuenta en este escrito todo está guiado por el condicional. Por el «y si». Porque en este club, dirigido por unas alimañas que hablan mucho y mienten más, nunca puedes hablar con certeza. Porque si sale un día Miguel Ángel Gil diciendo que «no hay necesidad de vender a nadie» y que «el que salga lo hará en contra del Atlético», lejos de tranquilizar a las masas, lo que hace es preocuparlas: «ya se está cubriendo las espaldas». Porque si Enrique Cerezo decide ampliar el contrato o la cláusula a un futbolista, no nos la tomamos como un blindaje, sino como la preparación de una venta que les haga enriquecerse un poco más a costa del Atlético.

Pero además de todo eso, que ya damos por supuesto, lo que realmente cabrea al personal es la utilización, por parte de los futbolistas, de un sentimiento como es el Atlético de Madrid para ganarse a una afición que se ha dejado la voz en cantar todos y cada uno de sus nombres. Ya lo dijo Don Luis Aragonés hace tiempo: «máteme usted, pero no mienta». Y eso es algo que en el mundo del fútbol ya no queda. Ni tampoco se agradece. Porque el último que fue sincero con la afición atlética fue Diego Forlán, el único Bota de Oro de la historia de la entidad, y se marchó del club por la puerta de atrás al grito de: «uruguayo, mercenario».

Saquen sus propias conclusiones. Se sienten ofendidos por los cantos de sirena de los mercenarios del fútbol, pero también por la sinceridad de un profesional como la copa de un pino. Quien se quiera marchar, que se marche. Pero que les quede clara una cosa: EL ATLÉTICO DE MADRID ESTÁ POR ENCIMA DE TODOS Y CADA UNO DE ELLOS. Eso, y que no les echaremos de menos. Si aguantamos en Segunda División, como no vamos a aguantar defendiendo una Liga. El escudo no se vende, amigos. O váyanse ustedes a saber si al dúo prescrito le llega una buena oferta. Recuerden: NO CONSUMAN.

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