Hola Diego Pablo, ¿qué tal? Me atrevo a escribirte aunque sé que no me leerás. Pero yo soy muy así. Me gustaría, y perdón por tutearte de una manera tan facilona, avisarte de algo que está empezando a moverse por España. Tú estarás de vacaciones, ajeno a todo esto, luchando por hacer un Atlético de Madrid mejor para la siguiente temporada. Pero aquí los taberneros con micrófono no descansan, no ceden, no cesan.
Desconozco el sentido estricto de una frase que dedicaste en una entrevista al Diario AS, a razón: «El Madrid no puede estar, después de siete años, con sólo una Liga ganada. Esta temporada veo complicado que no la gane otro que no sea el Real Madrid. La veo peligrosamente preparada para el Madrid». Yo tengo mi opinión, Diego. No soy de los que se quedan con el sentido estricto de una frase. Me permito, como ser humano, razonar. E intento creer que sé lo que quieres decir. Hay otros a los que les mastican hasta la comida antes de tragarla, y prefieren no pensar más de la cuenta; por si se quedan sin batería a media tarde.
Has indignado a muchos, y quiero ser breve porque no merece la pena. Has indignado a los que se subieron al carro de un entrenador que proclamó a los cuatro vientos que la Liga de Campeones estaba adulterada en favor de Unicef, de Villar, de Stark, de Obrevo… Lo compraron y se lo quedaron como propio. Esa Champions League la ganó el F.C. Barcelona, pero para ellos fue un regalo, porque lo dijo un señor portugués. Hay «periodistas» que te incitan a pedir perdón. Los mismos que no tienen vergüenza en declarar que la UEFA pagó a Obrevo en aquel conocido ‘escándalo de Stamford Bridge’. O los que se inventaron la segunda corriente más potente de este último lustro en España (tras el Pabloiglesiasismo), el «Villarato». Esos que decían que la Liga y el estamento arbitral estaban vendidos a los colores azulgranas. Hoy, Diego, te atizan por una frase que ni tan siquiera han entendido.
Piden que entre la Liga de oficio y te multe. O te sancione. O te encarcele. O te repatrie. Lo que sea, pero lejos. Y todo porque «difamar» no entra dentro del fútbol limpio y honesto. Difamar, Diego. Difamar. Los que han hecho de esa palabra un negocio al que están chupando hasta las entrañas. Y si no, querido Diego, pregúntale a Gerard Piqué. Cuánto ha dolido el triplete. Cuánto has dolido tú. Que tengas unas lindas vacaciones, Diego. Aquí están peligrosamente preparando una campaña de descrédito. Tú estás peligrosamente preparado para volver a molestar. Nos vemos a la vuelta.
PD: Si de algo debes disculparte, es de haberles roto el duopolio. Llevan un tiempo en un sinvivir, Diego. Pobres.