Arda, Ardita de mi vida. Ardita de mi corazón. Con lo que yo te quiero y lo feliz que me has hecho. Con lo que disfruto con tu juego, con tu rollo, con tu estilo. Con lo loco que me vuelve tu barba y lo identificado que me siento con tu pasotismo. Tú, que has ganado casi todo aquí. Llegando como un témpano de hielo y transformándote en un Guerrero del Cholo. Sí Arda, tú. No lo estás haciendo bien.
Tu representante alerta que quieres abandonar el barco del Atlético. Que quieres cruzar el Canal de la Mancha rumbo a Inglaterra. No es el primer verano que lo hace, ni el segundo. Y desconozco si es un llamamiento a la directiva para que revise tu contrato, o en cambio a los que llama son a los equipos ingleses deseosos de talento. No lo sé. Y me da igual. Sé que chapurreas el español. Como sé que no te da la real gana hablarlo. Así te dejan en paz, tranquilo. No te molestan. Pero creo que tienes que dar la cara.
Tienes a muchos en tensión; te estás ganando absurdas etiquetas. Deberías hablar. Nadie te pide un vídeo en instagram ni una declaración al micrófono de turno. Un tuit. 140 caracteres. «Me quiero quedar, amo el Atleti». «Creo que ha llegado la hora de marcharme y buscar nuevas metas». «Me gustaría jugar en Inglaterra antes de que se me acabe la magia». «Está lloviendo en Madrid». No sé, lo que sea. Pero di algo. Porque no estás siendo justo con una afición que te ha elevado al Olimpo y que te canta como a un Dios. No lo estás siendo con tu silencio.
Sé que es duro, que en la época de representantes bocazas que buscan el bien de sus jugadores, al final salís perdiendo vosotros, y salen perdiendo los aficionados. Pero debes hablar. No puedes hacer como si nada pasase. No, porque eso ya lo habéis hecho en el pasado. El Atlético exige una identidad con el club. Simeone exige creer en él. Si una de esas dos opciones ya no pasa por tu cabeza, sé sincero. La sinceridad mata, pero es más agradable que la tensión.
Ardita de mi vida. Que te amamos. Que te debemos mucho. Pero también tú a nosotros. Se te ha aplaudido en las buenas, y en las no tan buenas. Se te ha perdonado querer salir otras veces. La afición se puso a tus pies. Y esta llamada de atención, tras una temporada tan discreta, duele. Aunque duele más el silencio. Habla Arda, di algo. Y cuando sepamos que opinas tú de esto, empezarán los verdaderos juicios de conciencia.