Vuelve pronto, vuelve bien

Tiago-Mendes

Parece que Diego Pablo Simeone leyó lo que estaba por venir. Hace tan sólo unos días, lanzó el siguiente mensaje a los chicos jóvenes de la plantilla: «Los jóvenes tienen que aprender de los hechos. Las palabras sirven de poco. Tiago, Gabi, los mayores, hablan desde el trabajo, el compromiso, el espíritu de querer ganar siempre. No hay mejor ligar en el mundo que aprender de los chicos que tienes al lado. Están bien porque se cuidan, quieren, son rebeldes a la causa de crecer, vuelcan su experiencia en el juego…». Una semana después, su discurso toma más fuerza que nunca y avisa a los Saúl, Thomas, Óliver y compañía. Tienen que dar un paso adelante. 

La lesión de Tiago tiene todos los síntomas para catalogarla de tragedia absoluta. Estaba siendo el mejor futbolista del Atlético de Madrid esta temporada. Un metrónomo sin parangón, un «rebelde», como el propio Simeone afirmaba, que se negaba (como Peter Pan) a crecer; no sólo eso, sino que cada vez se le veía más joven, con más cara de Benjamin Button. Era el hombre que ponía la pausa, la salida limpia de balón y el jugador siempre colocado de forma pluscuamperfecta sobre el verde. El portugués estaba viviendo una segunda juventud, quizás el mejor momento de su carrera. Jugando como nunca, siendo importante, volviendo a la selección y sintiéndose inmortal. Pero además, como el propio Óliver ha comentado también era vital fuera del terreno de juego. Capitán sin brazalete, sus 34 años le convertían en un padre para los jóvenes y un ejemplo a seguir para todos. No cabe discusión en la importancia de Tiago en este Atlético.

Y, entonces, llegó una jugada tonta. Porque estas lesiones siempre suceden en jugadas tontas. Tiago se ha podido dejar la pierna, la cabeza y el alma en lances mucho más peligrosos que el que le ha mandado a la enfermería. Se ha tirado a ras de suelo para cortar contragolpes, ha forzado carreras cuando el cronómetro sobrepasaba los 90 minutos, y ha sudado por encima de las posibilidades de la edad. Y ha tenido que ser así, y ahora.

Esa rotura de tibia es dramática, como decía, por todo esto y más. Y si el Atlético de Madrid quiere ser, de una vez por todas, un club serio, debería haber puesto ya sobre la mesa del representante del portugués, una oferta de renovación; sin fecha de caducidad, hasta que él quisiese estar. Se lo merece. La acepte o no. El último partido de Tiago como rojiblanco no puede recordarse por verle salir en camilla con las manos en la cara. Tiene que ser real, con lágrimas, alegres y tristes; con una medalla colgada al cuello y con un brazalete (visible o invisible).

La fractura de la pierna de Tiago es la fractura del Atlético. Ahora viene lo difícil: sustituir a quien Simeone consideraba insustituible. «En el mercado no encuentras dos Tiagos». Lloremos, pero continuemos fuertes. Somos el Atlético de Madrid. Vuelve pronto, Benjamin Button.

 

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