Más que un futbolista, más que un número

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El fútbol se ha vuelto pura estadística. Cada vez más numérico y menos sentimental. Los héroes o las leyendas ahora son los que salen en tablas de datos y no los que honran camisetas. El sentido de pertenencia y ese amor han sido cambiados por traspasos astronómicos y contratos multimillonarios. Ya nada es lo que era. Yo odio el fútbol moderno. Pero aún quedan jugadores,historias y lugares que me hacen seguir conectando con el fútbol.

Uno de esos personajes es Fernando Torres. Y no estoy aquí para hablar de continuidades, rachas goleadoras ni debates de barra de bar. Tampoco para hablar de su gol 100. Ya se ha hablado mucho. Y eso sería cuantificar a un futbolista que no puede ser cuantificado. Él es algo más. Debe ser tratado como algo más. A un hermano, un amigo o una pareja no se la quiere por los favores que nos hacen; no se les cuantificar los besos o los abrazos; no se les mide con el mismo criterio que a los demás. Y él es familia, amigo. Él es más que un fichaje de renombre, un goleador mundial o un futbolista de élite. En el Calderón no se aman a los números, pues Vieri o Hugo Sánchez serían amados. Se ama el escudo, y a los que le sacan brillo con su sudor.

Fernando es eso. No se puede hablar de él sin hablar del Atlético. Incluso cuando ya no estaba, se encargó, siempre que le fue posible, de mostrar al mundo el escudo que lleva tatuado en el corazón. De enseñar dónde estaba el Atlético de Madrid, un club dormido, usurpado, desprestigiado. Hablar de él es hacerlo de un chaval pecoso e imberbe que se echó un equipo centenario a sus espaldas. Capitán con 19 años y única razón para llenar las gradas de un Vicente Calderón donde cabía mucho sentimiento pero poco fútbol. Fue el creer que otro futuro era posible. Aguantó cada tropiezo dentro del campo como aquellos que se sentaban cada dos semanas sin un rumbo claro. Hoy el Atlético va en alza y él está dando sus últimas carreras. Pero el agradecimiento es tan grande y eterno que resumirlo a 100 goles sería estar vacío por dentro.

Lo que Torres es para el atlético se percibe en cada cabalgada del 9, en cada regate, cada disparo y cada cántico. Un gol de Fernando no se canta igual que uno de Correa. Y no pongo en tela de juicio al pequeño argentino. Pero cuando Fer, nuestro Fer, marca, es como si lo hiciese un hijo. A la alegría del qué le viene la alegría del quién. Su alegría siempre fue nuestra alegría. Sus caídas nos dolieron a todos. Su sequía era nuestra sequía. Porque él es nuestro y nosotros somos suyos.

Hablaba hace poco, cuando la pregunta Torres sí o Torres no era tendencia cada semana, que a Fernando hay que valorarlo más allá del futbolista. Más allá del balón. Más allá del gol. Su llegada unió a una grada dividida. Su presencia llena de sentimiento Atlético un vestuario que cada año aspira a más. Su gol 100 hizo estallar de alegría a un Estadio que lo quería más que él. Pero con lo que yo me quedo, es con las ganas de seguir dejándose todo por esta camiseta. Y cuando todo es menos que antes, pero sigue siendo todo. Que se comporte con 32 años, con familia y la vida resuelta, como aquel chaval de 19.

Pudo quitarse la camiseta y enseñar músculos (que los tiene), volverse loco y hacer un baile, posar ante las cámaras o dar volteretas. Pero no. Él celebró con sus compañeros, brindó los 100 a su afición, y regaló la camiseta del partido al hombre que le debe esos 99 anteriores al centenario. Así es él. No es un futbolista. No es un número. Es leyenda. Es familia. Seamos consecuentes y tengamos un poco de memoria.

Un comentario en “Más que un futbolista, más que un número

  1. realmadrid10cup dijo:

    La carrera de Fernando Torres se divide claramente en dos episodios muy bien diferenciados. El primero de ellos, majestuoso y con titulares dedicados cada fin de semana. El segundo, gris e irregular, con un rendimiento y unas cifras goleadores muy lejos de su máximo nivel.

    Pero, entre todas ellas, la que sufriese el 2 de Abril de 2010, en un encuentro de cuartos de final de la Europa League frente al Benfica en Anfield, puede haber marcado el resto de su carrera.

    Y puede que lleve razón. Pero tampoco podemos abstraernos del hecho de que su recuperación camino del Mundial fue un tanto apresurada y que su carrera sufre un notable bajón desde ese momento, pese al traspaso al Chelsea pocos meses después.

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