La edad de oro del periodismo deportivo español

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Periodistas que tienen treinta segundos ante ellos al mejor atleta de todos los tiempos y le preguntan si es del Real Madrid o del Barcelona.

Periodistas a los que se les dice que ha sido un error y, lejos de admitirlo, se regocijan en él hasta límites que sobre pasan la vergüenza ajena.

Periodistas que miran por encima del hombro a compañeros de profesión que, por desgracia, tienen que estar viendo los Juegos Olímpicos desde el sofá de su casa por despidos o faltas de oportunidades.

Periodistas que se enfadan por críticas constructivas y terminan atacando a televidentes con sus puestos de trabajo.

Periodistas que humillaron a un mendigo en la calle y luego se sientan en su silla de un millón de euros anuales a dar lecciones.

Periodistas que se creen la voz, a los que el ego les ha inflado hasta creer que tienen la potestad de ir pisoteando a su antojo todo lo que por debajo les asoma.

Periodistas que mienten a su audiencia, a sus lectores a sus oyentes.

Periodistas que manipulan, que tergiversan, que no tienen escrúpulos.

Periodistas que no dudan en hacerte la cruz por no casar con sus ideales o su falta de vergüenza.

Periodistas casados con el «todo vale», donde «todo» es todo», hasta jugar con el dolor de víctimas.

Porque el resumen de lo que el «periodismo» deportivo español está viviendo, se reduce al despido de Segurola de Marca, mismo sitio donde sí tiene cabida Álvaro Ojeda, ese [inserte aquí su calificativo] que puede terminar sentado en cierto chiringuito. Cerrando el círculo, claro.

A todos ellos, y a los que me falta por nombrar, déjenme decirles una cosa: prefiero estar sentado en el sofá de mi casa escribiendo en esta, mi web, que vivir el periodismo como lo viven ustedes. Mientras tenga un mínimo de dignidad, jamás me pareceré a ninguno.

Menos mal que existe el «otro» periodismo, el de verdad. En el que aún creemos muchos. Ese que está a la sombra, porque no genera violencia, ni es hooligan, ni mueve masas. El periodismo de verdad, el de siempre. Si no, aquí uno ya hubiese tirado la toalla.

Por cierto, ¿Barça o Madrid? Yo, Atleti.

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