Un gol. Eso es lo que separa, a aquellos que no saben razonar por ellos solos, ser el mejor con ser nefasto. Si en la primera jornada, el Alavés hubiese acabado con cero disparos a puerta, la gente se hubiera ido a casa feliz. Con sufrimiento, mucho sufrimiento (es lo que hay, señores, son abonados cerca del Manzanares), pero felices. Tras el gol, llegó la guerra.
Y yo, que no soy muy de colgarme medallas, avisaba el día de antes:
Hoy 6-2 el Barça, mañana 0-3 el Madrid y el Atleti 1-0 en el 89.
— Imanol Echegaray G. (@ima_etxega) 20 de agosto de 2016
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Y, más allá de acertar el resultado de Anoeta y no haber metido ni un mísero euro en ninguna casa de apuestas, lo que este tuit escondía es una realidad. Porque la experiencia se hace con camino, y al Atlético -preparado desde pretemporada para acabar físicamente el curso como motos- las primeras jornadas se le hacen pesadas. Y se ganan, más que cualquier otra, con paciencia, sufrimiento y cierta angustia. El año pasado fue lo mismo. 1-0 a Las Palmas con una genialidad del que ayer no estaba. E importa, vaya si importa que Griezmann estuviese en casa. Aquel partido fue un auténtico suplicio para el espectador. El Atlético no hizo absolutamente nada para ganar, y ganó. A los resultadistas como yo, y volviendo a lo que encabeza este párrafo, nos sirvió. Al principio no hay que convencer, hay que sumar de tres en tres. Pero los que hoy sueltan fuego por su boca, tras un buen partido donde se pudo haber ganado 3/4-1, en aquella ocasión se fueron contentos a casa.
Porque la victoria lo aplaca todo, dicen. Pero eso, en el Atlético de Madrid, nunca había sido así. Puede que sea (y esta es una opinión muy personal) que un núcleo duro de la afición rojiblanca se encuentra mejor estando cabreada, viéndolo todo negro y quejándose del calor en verano y del frío en invierno cada año. Son los que pasan de ver al Atlético quinto por perder un partido y viéndoles levantando la Champions League por ganar 3-0 el siguiente. Esos, que parecen pocos pero no lo son, son dañinos. Son persistentes, incansables. La tortura de la gota de agua. Y, aunque se diga o se quiera, es imposible desterrarlos.
Yo, en mi situación más despegada de este grupo, soy de los que jamás verá nada negro mientras Diego Pablo Simeone siga en el banquillo del Atlético de Madrid. Bueno, nada negro no. Su traje, su impoluto traje, sí. Y, en ocasiones, me replanteo que todas aquellas personas que se pasan la crítica constructiva por el arco del triunfo y abren la boca para soltar una ristra de tonterías sin precedentes, se merecerían que el argentino cogiese las maletas y se marchase. Pero luego me detengo y pienso, ¿por qué? Que se aguanten y vean a su «querido» Atlético seguir un año más compitiendo contra los dos grandes colosos de la historia del fútbol, siga poniéndoles en aprietos en Liga, en Copa y en Champions, siga con el mejor rango de victorias, empates, derrotas de cualquier entrenador que ha dirigido nunca a este club y siga siendo el nombre más importante de la historia del Atlético (de nuevo, opinión personal). Que se aguanten y sigan clasificándose para finales de Ligas de Campeones y sigan viendo en su estadio a algunos de los mejores jugadores del mundo. Que se fastidien, y sigan viviendo los mejores años de esta centenaria entidad y tengan el disgusto de estar presenciando a un Atlético por encima de lo que, históricamente fue. Suena ridículo, ¿verdad?
Y sí, una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Pero estoy cansado de oír que Simeone ha devuelto al Atlético a su sitio. No oigan, no. Le ha puesto un escalón por encima. ¿Cuándo ha jugado el Atlético de Madrid en su historia cuatro años consecutivos la Liga de Campeones? ¿Cuándo ha estado el Atlético de Madrid dos años de tres en la final de la Champions? ¿Cuántas veces ha tenido el Atlético un récord (vigente aún) de seis partidos de Liga seguidos -tres años- sin perder contra el Real Madrid? ¿Qué portero ha encajado alguna vez en la historia del Atlético 19 goles? ¿Cuántas veces ha hecho el Atlético, de seguido 91, 78 y 88 puntos? ¿Cuando fue la última vez que un tercer clasificado le metió 22 puntos al cuarto? ¿Cuántos equipos del mundo serían capaces de aguantar de tú a tú una Liga tras otras con Real Madrid y Barcelona? ¿Cuántos? ¿Qué equipo podría ser capaz de batirse en duelo, de forma seguida, a Barcelona, Bayern de Múnich y Real Madrid, y quedarse a un penalti de levantar la Champions? ¿Cuántos?
Tienen dos opciones, cometer la imprudencia de que un gol desde Vitoria, en el 95, les haga entrar en dudas, querer darse de baja el abono y pensar que Simeone debe marcharse; o por el contrario pensar un poco y darse cuenta dónde están, gracias a quién y si no se merece tener fe ciega en su trabajo y en el de todo su equipo. Critiquen, porque con la crítica se crece. Pero critiquen de forma consecuente. Porque, de verdad, el Atlético seguirá sin Simeone porque está por encima de todo nombre. Pero lo que no sabemos es cómo seguirá. Y eso, amigos alarmistas, sí que es para aterrarse. Más cabeza y menos caspa.
Si. En lugar de tercerones somos segundones. Y jugar, lo que es jugar, ni un pimiento. Ni el primer partido de liga ni el ultimo.
Y quizas habiendole echado un poco mas de c…oraje el Milan, la historia hubiera sido distinta.
Uno que lleva los 50 años que tiene -como el Calderon- de socio y que dice lo que pensa porque le da la puñetera gana.
O te molesta¿
Puede usted pensar lo que quiera, que para eso el pensamiento es libre. Incluso cuando no se dicen más que idioteces. Un saludo.