Llegó el momento que tanto temíamos muchos. Simeone transformó a un equipo (y club) desahuciado y lo situó en la élite mundial. Con humildad, mucho trabajo y mucho coraje, consiguió lo inimaginable: pelear de tú a tú contra las grandes potencias futbolísticas (y económicas) de España y Europa. Estableció un oasis de paz en el desierto de la era gilista y acostumbró a una afición cansada de decepcionarse temporada a temporada a que lo imposible e irreal fuese posible y real. Aunque el tiempo, que no conoce de amistades, seguía su camino hasta lo inevitable.
El Atlético sufre ahora mismo una crisis. Es así, no se puede ni se quiere esconder. Criáis en todas sus vertientes: futbolística, anímica, de afición e institucional. Y todo se ha juntado a la vez en el mismo periodo. Lo institucional se ventila rápido. Al Vicente Calderón le queda un año de vida, el nombre del nuevo estadio genera debate y el cambio de escudo ha sido con nocturnidad y alevosía (un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas). Pero bueno, ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas hemos tenido desde 1987 y la gente ha permanecido callada. Para mí, lo peligroso es lo otro.
La crisis futbolística y mental se dan de la mano. La final de Lisboa fue un palo duro, pero el equipo fue capaz de recomponerse rápido. Siguió fiel a su estilo, ganó un título y, pese a no pelear la Liga, todos vieron reflejado sobre el terreno de juego a ese Atlético guerrero. Pero la final de Milán fue un golpe crítico para ese núcleo duro del vestuario que llevaba peleando cuatro años por ese objetivo. La forma de caer, cómo se produjo y la doble decepción ante el Real Madrid ha sido una losa que, creo, sigue cargando la plantilla. Simeone hablaba de tener un duelo tras un partido así y superarlo. Ese duelo aún no se ha ido. Y no sé si se irá.
A eso hay que añadirle cómo es el Atlético. Quizás el club más exigente física y mentalmente. Diego Pablo Simeone consiguió hacer entrar a la mayoría de sus jugadores en una dinámica intensa y de mucho desgaste. Luchar por los títulos como un grande y pelear los partidos como un equipo pequeño. Eso, para la mente y el cuerpo es evidente que no es bueno a largo plazo. Si le unimos que pocas de las peticiones del entrenador se han llevado a cabo, las marchas de jugadores vitales para un esquema tan complejo y que algunos de los futbolistas que llegaron con cartel se han quedado en eso, cartel, nos da el resultado de la ecuación, que nos lleva al otro punto en crisis.
Estos jugadores no son los de hace cinco años. Por muchas razones pero una esencial y fácil: tienen cinco años más. Se debería haber ido dando un relevo natural en algunas posiciones y no se ha hecho. Por x o por y. Los mejores momentos de los Gabi, Tiago, Godín o Juanfran son cosa del pasado, no del futuro. Y, que no se me mal interprete. Con esto no quiero decir que sobran del equipo, del once, del club. Pero la edad y el desgaste extra de ser jugadores que han estado a las órdenes de Simeone desde el principio no son temas a obviar. Están ahí. Y el club en este aspecto no ha sabido manejarlo lo más mínimo. Y peor todavía con la sanción de la FIFA.
Creo que estas dos situaciones, la mental y la física, han originado el caos que ahora mismo tiene el cuerpo técnico y que se palpa sobre el terreno de juego. Simeone, en el no saber si quiere ser lo que siempre fue o ser algo diferente, se ha quedado en tierra de nadie. Y ahí, tiene las de perder. Él se ha creado su propia exigencia, la de obligarse a ganar cada domingo y cada miércoles porque así lo lleva haciendo cinco años. Y, en esas, hay poco espacio a la improvisación o al tiempo. O sí. Pero aquí interviene el tercer factor, que es el aficionado. Debe tener paciencia y creer. El fútbol son ciclos, nada es eterno. No lo fue en la España tricampeona, no lo fue en el Barça de Pep Guardiola y no lo va a ser nunca. Siempre existen temporadas raras, malas, distintas a lo normal. Temporadas que obligan al club a reinventarse, cambiar, crecer. Deberían tenerlo claro o sufrirán.
Y, esto de la afición, me lleva al tercer punto. Está dividida. Es un hecho. Da igual el tema que aflore. Volarán los cuchillos de un lado a otro. Los Torristas sienten que a Torres se le insulta por todo, los antoTorristas creen que insultar o faltar el respeto es criticar con criterio; se insulta a uno de los mejores laterales derechos de la historia del club (hay que estar en la cabeza de Juanfran para saber lo que está pasando ahí), se vacila a porteros suplentes, se critica a Griezmann por llevar las medias bajas (?), se llama anciano a Gabi, se chulea a Giménez, se desprecia a Koke, se asquea a Gameiro y se utiliza cada derrota o cada fallo para cargar escopeta y disparar contra todo lo que se mueve. Y yo me pregunto, cómo era la canción… «¿En las buenas y en las malas nunca deja de animar?» No sé, no sé. Pero, para rematar, se insultan y desprecian entre atléticos por el mero hecho de pensar diferente. Hay una Guerra Civil que, ahora, es imposible de parar. Porque nada en el Atlético sabe bien. Y nadie en el Atlético ayuda. Ni la directiva calentando más a la afición; ni los jugadores, irreconocibles, dentro (y algunos fuera) del terreno de juego, ni un Simeone apático que no da con la tecla.
Pero yo siento vergüenza de lo que veo con la que, luego, se autoconsidera como mejor afición del mundo. La que ha tragado con lo más grande durante tres décadas y ahora aprovecha la mínima para cargar contra una plantilla histórica. Dejadme terminar ya este escrito diciendo una última cosa. Si en algún sitio han de encontrarme, que sea en el barco de Simeone y sus chicos. Aunque se hunda en lo más hondo. Nos han quitado el fútbol con el que crecimos y nos han ido borrando al Atlético del que nos enamoramos. Que no nos roben también la memoria. Honor a quien honor merece. Y, además, qué coño. Pasado el cabreo y las dudas iniciales, sigo creyendo en esta gente.
Bien hasta el tema de la afición, se te ha ido la cabeza o vas poco por el Calderón. Eres como los periolistos que hablan de un partido sin haberlo visto. Todos asumimos que la realidad es la que es, pero el Calderón no es un foco de pito se insultos como pretendes hacer creer en tu artículo.
He dicho.
A ver si el que va a ir poco por el Calderón vas a ser tú. O eres afortunado por estar en un sector ejemplar y cívico. Si es lo segundo, dime cuál es para abonarme allí.
PD: Dime dónde cito nada del Calderón. Hablo de la afición. Y el 99% de la afición de este equipo NO va al Vicente Calderón.
Lo del porcentaje me parece muy bien, pero para intentar sacar la opinión de la afición, o te recorres España preguntando quien es del atleti y qué opina, o das por buena la opinión del Calderón, que , o estoy muy sordo, o no veo que piten como en épocas no muy lejanas. Por cierto estoy en un lateral de los que se mojan si llueve, y si, siempre hay alguno que despotrica hasta del utillero, pero creo que la gran mayoría seguimos creyendo, y tu?