A día de hoy, en el mundo del fútbol hay dos cosas, por encima del resto, que a los jugadores les cuesta ganar. No es la Champions League, o el Mundial. No son Ligas, ni Balones de Oro. Me refiero al respeto y el cariño de la hinchada para la que juegan. Este deporte ha cambiado muchísimo en los últimos años. Se ha convertido en un mercado que mueve cantidad ingente de dinero. Y eso, los billetes, han adelantado por la derecha a lo que siempre había sido lo verdaderamente importante: el balón.
Y como vivimos en este fútbol, Diego Godín considera que renovar a la baja, y por solo un año, dista y mucho de todo lo que ha dado por la camiseta del Atlético de Madrid. Algo en lo que estoy completamente de acuerdo. Pero no podemos obviar que esta es una filosofía que no es nueva para nadie. Que jugadores como Juanfran, que también han dado la vida por la rojiblanca, han aceptado, y que 33 años no son los mismos que 26.
No parece una buena idea para las arcas de ningún club el subir el sueldo a un hombre que ve como su carrera va cuesta abajo. El irremediable paso del tiempo, le llaman. Tampoco fue «bueno», al menos con vistas al futuro, retener a un jugador como Griezmann pagándole el estratosférico sueldo que se le paga. Porque eso derivaba en dos problemas: las envidias propias de un vestuario donde, lógicamente, hay egos. Y otra, no menos importante: el límite salarial.
De esto último podríamos hablar largo y tendido. Que me expliquen porqué el limite salarial del Barça es de más de 600 millones de euros, el del Atleti es de 290 y el del Valladolid es de 23. Que expliquen porqué unos juegan con esa ventaja y otros van tan ahogados económicamente. De qué sirve crecer y estar en la élite seis años consecutivos si no puedes permitirte mejorar el equipo porque hay un límite que te lo impide.
Este es el principal escollo del Atlético de Madrid con su política de renovaciones. Jan Oblak sigue sin renovar y Lucas Hernández anda buscando las cosquillas. Pero el Atleti tiene el dinero que tiene y debe desahogar fichas para poder dar a otros lo que realmente merecen. Y es aquí donde volvemos al punto del principio, a Diego Godín.
Nos podemos detener en todo esto que se ha comentado arriba. En su edad, en el sueldo que pide, en lo que le ofrecen. Pero el Atlético de Madrid que yo conozco no es eso. De Godín hay que hablar de su lealtad, de su compromiso y de su respeto a la camiseta y al escudo que lleva vistiendo ocho años. Podemos hablar de lo que estaría cobrando en el Manchester City o en el Manchester United si hubiese aceptado las maleantes ofertas que le llegaron. Y de como prefirió quedarse en el Metropolitano con peor contrato y por mucho menos dinero.
Diego Godín se ha ganado elegir lo que quiera hacer con los últimos años de su vida deportiva. Como se lo ganaron Fernando Torres o Gabi. Como se lo ha ganado Juanfran o como se lo ganó Raúl García cuando decidió partir hacia San Mamés. Son jugadores que se han dejado todo para hacer feliz a la gente que llena esas gradas. Y es por eso que el uruguayo merece todo el respeto del mundo. Tanto por parte del club como por parte de la afición. Sobre todo de esta última, que debe dejar de leer y escuchar para pasar a hacer memoria.
El honor es para quien lo merece. Y Diego Roberto Godín Leal se lo ha ganado. No seamos lo que tanto odiamos.