Cuestión de honor

AP Photo Paul White

«Cualidad moral que impulsa a una persona a actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral».

El 14 de mayo de 2019 será recordado por los seguidores del Atlético de Madrid como el día del honor. Del que lo tiene y del que no. Del que se ha ganado cada muestra de cariño, y del que las ha pisoteado. Del que se va, siendo historia viva de este club, sin hacer ruido; también del que, por números, también es historia, pero por ruido, terminará dejando tras de sí la nada más absoluta.

Y es que algo hay que hacer rematadamente mal para ser el quinto máximo goleador de la historia del Atlético de Madrid, haber ganado dos títulos (uno siendo la estrella indiscutible) y tener la confianza plena de la persona más importante de este club (con ustedes, Diego Pablo), y despertar tal antipatía en tu hinchada. ¿Mi sentir? Que de poco o nada le ha servido haberse pegado tanto a Diego Roberto Godín Leal.

Por contra, algo hay que hacer rematadamente bien para ser un ex jugador del Real Madrid, venir a mitad de temporada a sustituir a alguien como Simao, sin que absolutamente nadie quisiera tu fichaje y fallar un penalti decisivo en una final de la Champions League ante el Real Madrid, y que todo el mundo te quiera. Y que tu camiseta sea récord de ventas apenas horas después de aquella tragedia.

Porque las diferencias entre Antoine Griezmann y Juan Francisco Torres son infinitas. Por lo pronto, uno es guapo y otro es feo. Pero… ¡cómo gustan los feos en el Manzanares! El honor, Juanfran se lo ha ido ganando desde 2011. Paso a paso. Sin abrir la boca, sin generar controversias. Él solito se ganó todo lo que consiguió. Llegó como un extremo innecesario y se va a marchar como el mejor lateral diestro de la historia de este club. Llegó como «un nuevo Jurado» y se marcha con el Don delante. El 20 no ha chantajeado al club, ha tragado, desde hace unos años, con renovaciones ridículas para lo que ha dado a este equipo. Se ha zafado, ha sido consciente de su bajada de nivel y, aún así, ha sacado las castañas del fuego a su entrenador cada primavera.

Al otro lado tenemos a Antoine Griezmann. Con todos los mimbres para ser una leyenda del Atlético de Madrid. La máxima. Pero todo lo que ha girado en torno a este jugador nunca le ha hecho conectar con una hinchada que es puro sentimiento. Muchos goles, muchos bailes y muchas promesas de amor etéreas. Anunció con un documental que elegía quedarse en el Atlético de Madrid y muchos nos alegramos. El club hipotecó su futuro a un futbolista que, once meses después de aquello, se marcha. Y entonces entendimos que no había elegido al Atleti, sino a los 20 millones de euros. Ilusos por los siglos de los siglos.

El honor es una cuestión de estado en este equipo. Los hay que nunca lo han tenido, como Agüero, Arda Turan, Lucas Hernández o Antoine Griezmann. Los hay que sí lo tuvieron, como Godín, Raúl García o Gabi. Incluso Diego Forlán, distanciado con la afición del Atlético de Madrid, que llegó a cantar en su contra, hizo la pretemporada con el club rojiblanco sabiendo que se iría al Inter de Milán, y jugó la fase previa de la Europa League, siéndole imposible disputar después la Champions con el equipo italiano.

Lo único que espero de todo esto es que el club, pero sobre todo Simeone, tengan claro el camino a seguir. Esta plantilla ha sido fuerte y grande sin egos. O, bueno, sí había egos. Pero al servicio del equipo. Simeone entrenador, Koke capitán y la estrella es el Atleti. Lo demás, creedme, vendrá solo. Nuevos tiempos.

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