«Estoy preocupado». Quizás, después de «partido a partido» es la frase más repetida por Diego Pablo Simeone desde que se sentó en el banquillo del Atlético de Madrid allá por enero de 2012. No es para menos. Radamel Falcao, Diego Costa, Filipe Luis, Raúl García, Antoine Griezmann, Lucas Hernández, Rodrigo y, ahora, Thomas Partey.
Son las cabezas visibles de una extensa lista que no empezó con el argentino. Fernando Torres, Agüero, De Gea, Diego Forlán… La numeración podría ser interminable. A lo que está pasando este último día de mercado se le podría llamar la ya característica «Heitingada» de los veranos atléticos. Dícese de la venta de un jugador importante para el club en los últimos momentos del mercado que deja sin margen de maniobra a la secretaría técnica para un recambio de garantías.
Ahora, con la cláusula del ghanés el Atlético tendrá un mes para poder hacerse con los servicios de algún jugador de la Liga. O, lo que es lo mismo, fichará a un futbolista que no quería y, además, dejará en cuadro a un club español .Sobresaliente la gestión. Más si tenemos en cuenta el interés que hubo durante estos meses por un Marc Roca que un día antes de esta espantada, fichaba por el Bayern de Múnich. Allí, en Alemania, tienen la misma manera de hacer las cosas, sí.
Que Thomas se marche el último día de mercado no es casual. Es una ofensa y una carcajada en la cara del aficionado atlético. Esta maniobra se venía preparando desde hacía semanas. Torreira lleva días en Madrid y, como he dicho al inicio de este texto, Simeone estaba «preocupado». No es para menos.
Termina el mercado veraniego y lo hace con el siguiente balance: un portero suplente, un cambio (a peor) de centrocampista y un cambio (a mejor) de delantero. Ah, y el fichaje de un extremo que ya estaba jugando en el Atleti la pasada temporada. El súmmum del buen hacer.
Cómo, tras esto, no exigir a Diego Pablo y sus chicos que peleen la Liga, la Copa, la Champions y la Liga Intergaláctica. Cómo no ensañarse con ellos cuando empaten dos partidos o tengan una mala tarde. Cómo no afirmar, sin ponernos colorados, que la culpa de todos los males de este equipo la tiene Simeone y su sueldo que, por cierto, debería ser mayor.
La vida seguirá pasando. Antes en la Ribera del Manzanares y ahora en un páramo. Y lo hará porque el tiempo no hace prisioneros. Llegará el día en que el argentino y su nómina estén en otro lugar de Europa, lejos de Madrid. Y será en ese momento cuando los escépticos, los críticos y los desvergonzados se echarán las manos a la cabeza y llegarán a la conclusión que, muchos, ya tenemos tatuada a fuego. «Lo que hizo el Cholo con el Atleti fue una heroicidad».
Que dé comienzo el noveno milagro. O no. Algún día dejará de suceder. Y la culpa… La culpa ya sabéis de quién será.
Totalmente de acuerdo, estoy del dúo hasta los ovarios