En las gradas del Vicente Calderón y del Metropolitano hemos escuchado y visto de todo. Se ha insultado a Simeone, pitado a Koke mientras se ovacionaba a Joaquín, querido cambiar a Angelito Correa por Rodrigo Moreno o se ha pedido a Vitolo al tiempo que se ha mandado a los leones a Saúl.
Al final el fútbol es variopinto y en el fútbol entra casi cualquier cosa. Por eso la vuelta de Antoine Griezmann ha abierto una herida que parecía cerrada. Bueno, más que de una herida deberíamos hablar de una rencilla. Que no se fue bien es un hecho. Que se rió del aficionado atlético con documentales y precontratos antes de partidos trascendentales, también. Como lo es que se dejó todo lo que tenía el tiempo que estuvo vistiendo de rojiblanco. O casi todo el tiempo. Sus últimos meses mejor los olvidamos.
A Antoine los hay que ya le han perdonado, igual que otros que no necesitan nada que perdonar; están los que le perdonarán a los tres goles y los que empezarán a ovacionar a partir del décimo. También, por supuesto, los que nunca le perdonarán o los que sentirán simple indiferencia. Como digo, todos caben y todos tienen sus razones. No podemos pretender que el compañero de al lado no quiera a Griezmann cuando ha tenido que aguantar al del sector de al lado cagarse en la familia Resurrección los últimos cinco años. Él, por su parte, lo único que debe hacer es rendir y trabajar en el campo. y estarse quieto y callado fuera de él.
Porque los cantos de sirena ya no convencen a casi nadie. O sino preguntemos si los atléticos prefieren las declaraciones de amor vacías de Álvaro Morata o el trabajo silencioso y profesional de Marcos Llorente. El cupo de tonterías ya lo dejó rebosante el francés en su anterior etapa. Ahora toca agachar la cabeza y aguantar lo que le venga, si le viene.
Y, como le pasó cuando llegó en 2014, lo hace a un equipo campeón. Cabe recordar que se marchó hace dos años siendo una estrella en busca de títulos y vuelve con solo una Copa del Rey bajo el brazo al vigente campeón de Liga en el que las estrellas son otros. Su quite de perdón residirá en entender esto, dejar los vaciles guardados y escuchar con más atención lo que le dicen en casa.
Porque Griezmann podrá entrar en el Olimpo de la historia del Atlético de Madrid. Tiene fútbol, edad y categoría para ello. Pero no entrará en los atléticos. Esa oportunidad la perdió. «Allí serás uno más». Vaya si lo fue. Habría que preguntarle si le ha compensado.